viernes, 4 de noviembre de 2011

Diferencias poco relevantes, parecidos razonables

   Las palabras le habían hecho pensar, pensar como no había hecho nunca. Le hicieron plantearse situaciones extrañas y retorcidas, sin sentido. Nunca se lo había planteado. "Somos completamente opuestos", había dicho. ¿Eran realmente opuestos? ¿Acaso era que no tenían nada en común? Empezó a pensar en si sería cierto que ella pensaba eso, si de verdad serían tan distintos, si seguiría pensando lo mismo me él. Continuó pensando lo que le pareció un largo periodo de tiempo, internándose cada vez más en aquel ya conocido pozo negro. Caminaba lentamente hacia un profundo abismo, en el que nada tenía sentido fuera de su cabeza, en el que todas las ideas eran paranoicas; un agujero sin fin en el cual todo llevaba a un final trágico. No sabía por qué lo hacía, él sabía que las cosas no funcionaban así, que no eran como él las tergiversaba, pero aún así seguía avanzando, sin poder parar, irremediable mente hacia aquella inevitable demencia.

   Odiaba que aquello pasara, sabía que todas aquellas retorcidas ideas solo ocurrían en su cabeza. Sabía que si continuaba haciendo eso, desencadenando esas reacciones, acabaría realmente mal. En realidad últimamente conseguía controlarse mucho más que antes, pero aún así, cuando aparecía, la sensación de vacío interior era más grande. Cualquier respuesta le parecía negativa, hacía no una torre, ni una ciudad, si no una civilización entera, de un solo y mísero grano de arena. "Completamente opuestos". Las palabras se repetían constantemente en su cabeza, una y otra vez, repiqueteando las paredes internas de su cráneo, taladrando su cerebro y haciéndole pasar cada vez más hacia la penumbra que hay entre la cordura y la locura. Entonces, la miró a los ojos.

   Aquellos ojos grandes, brillantes a causa de las lágrimas inminentes. Aquellos ojos marrones, con un despistado color verdoso. Aquellos ojos que él tanto conocía. Los miró, fijamente, y no pudo soportarlo, todo se vino abajo. No había agujero, no había abismo, no había pozo. Solo había arrepentimiento, por haber pensado eso, simplemente por atreverse a imaginar esas barbaridades. "Opuestos, completamente opuestos". Volvió a pensar en todo, y cayó en la cuenta. Sin darse cuenta, sonrió.

   -¿De qué te ríes? ¿Qué te hace tanta gracia?

   -De nada, simplemente es que... quizá no seamos tan opuestos. Quiero decir, tenemos muchas cosas en común, aunque sean tonterías. Además, si tenemos cosas que nos diferencien, la cosa es más entretenida. Al fin y al cabo, dicen que los polos opuestos se atraen.

 
   "Al final, siempre tendremos algo en común. Una semejanza más importante que todas las demás diferencias. Éso que tanto me gusta que me digas, eso que tanto te gusta que te diga."