sábado, 1 de octubre de 2011

Lo que realmente quieres.

   Las palabras se le clavaron en su interior como si fuesen cuchillos afilados durante horas. Se abalanzaron sobre él, inundando todo de una fría oscuridad. No podía pensar. No quería pensar.

   -No lo quiero -repitió ella-. Puedes quedártelo, no lo quiero.

   Otro pinchazo. Sentía que todo se le vendría abajo si seguía así. Se lo había ofrecido, sin pedir nada a cambio. Él solo quería que fuera feliz. Y ella lo había rechazado. No podía más; sin duda, no podría aguantarlo otra vez. Se giró en torno a sí mismo, y empezó a andar en dirección contraria, con los ojos humedecidos. Empezó a andar cada vez más y más rápido, hasta que al final se vio corriendo, sin darse cuenta. Entonces empezó a arrepentirse.

   Aquella sensación era todavía peor que aquellas puñaladas que ella le lanzaba. Era mucho peor. No la soportaba, nunca la había soportado. Empezó a recordar: la recordaba a ella, la lluvia acariciando suavemente su rostro, aquella media sonrisa que solo ella podía tener; la recordó riéndose, llorando, susurrándole al oído; la recordó rozando sus labios con los de ella. Se paró en seco, no quería que ésto siguiera así. Se volvió a girar, y empezó a correr de nuevo hacia ella, con todas sus fuerzas. Había llegado bastante lejos, pero él tenía la esperanza de que ella siguiera allí, esperando a que él volviera para abrazarla de nuevo.

   Pero cuando llegó allí no estaba. No había nada. Solo la ligera brisa barriendo las colillas y papeles tirados por el suelo. Y fue entonces cuando se arrepintió de verdad, cuando dijo que había llegado demasiado lejos. Puede que no hubiera sido para tanto, puede que hubiera sido él el que lo había exagerado. Puede que la culpa fuese suya. Y de repente, la luz volvió. La vio salir de nuevo de su puerta, acercarse lentamente hacia él. Se quedaron mirándose un momento, y entonces ella sonrió.

   -Sabía que volverías -le dijo.

   Y entonces ella le abrazó, como solo ella sabía hacer, de esa manera que tanto le llenaba por dentro. Y se prometió a sí mismo que nunca la soltaría de aquel abrazo, que nunca más se volvería a separar de ella.


   "Ya no sé si las cosas ocurren de verdad, o soy yo el que traza todas esas enrevesadas líneas que cruzan mi mente, intentando confundirme de lo que quiero llegar a ser. De momento, lo único que tengo seguro, es que te necesito."

1 comentario:

  1. Joder... Nunca imaginé que podría admirar tan de cerca esta faceta tuya. Me gusta :)
    Sobra decir, hamijo, que me hago seguidora incondicionable de este blog ;)
    <3

    ResponderEliminar